HISTORIA DE LAS PELEAS DE GALLOS EN LA REPUBLICA DOMINICANA

miércoles, 13 de octubre de 2010

EL CONDE GALLERO Y LA APUESTA DE UN TÍTULO NOBILIARIO.



I. La historia de cómo se apostó un título de Castilla en una pelea de gallos.-


Por el Caballero Linaje D. Alexis Rolando Arévalo Vergara.

La Real Academia Española señala que el gallero es aquel “aficionado a las riñas de gallos” o el “que se dedica a la cría de gallos de pelea”. Esta costumbre típicamente española, tuvo y tiene gran raigambre en el Perú. Digo esto debido a que tanto en Lima como en el más pequeño poblado del Perú existe algún coliseo donde se realizan estas peleas, en las que estos finos plumíferos despliegan con gran habilidad sus destrezas en la guerra sin cuartel.
Estas peleas resultan pues vacías si no se complementan con algún aliciente monetario; que permite animar a los galleros a proseguir con la cría y entrenamiento de estas finas aves. Sino fuera de este modo, estoy más que seguro que terminarían en algún suculento plato. En tal sentido, una buena pelea de gallos no estaría completa sin la muy acostumbrada apuesta; siendo la más famosa de todas ellas, la que ocurrió en la Plazuela de Cocharcas en Lima el 8-IX-1819. Fue allí muy cerca a la Iglesia de Nuestra Señora de Cocharcas, en el actual Barrios Altos en el Cercado de Lima, que se apostó nada más y nada menos que un título nobiliario de Castilla

La historia que puede parecer fábula no es invento mío, dado que es relatada con detalle en las “Tradiciones Peruanas” del genial D. Ricardo Palma Soriano, eminente escritor peruano quien llegó a ser Director de la Biblioteca Nacional del Perú y gozar de asiento en la Real Academia Española. La tradición lleva por título: “El Conde de la Topada”, que en resumen cuenta como D. Manuel Díaz de Requejo y Castañeda, Conde de Castañeda de los Lamos, llegó a apostar “el oro y el moro”, en las peleas de gallos. Fue su rival, en estas lides, un tal D. Pío García, gallero de profesión y riquísimo minero y comerciante de Lima.
Ambos sujetos, eran galleros de pura cepa y gozaban de un público cautivo que, minuto a minuto, vitoreaban las hazañas de estas aves guerreras. Sin embargo, al final de la jornada habían sido derrotados, casi en su totalidad, los gallos del Conde de Castañeda, quien viendo la crecida deuda que tenía con D. Pío García, decide apostar su título de nobleza. El Conde de Castañeda se encontraba muy confiado de que en este último combate vencería de forma definitiva; dado que, su gallo era un pura sangre “carmelo-tostado o ajiseco”, mientras que el de D. Pío García era un simple “lechuza (…) hijo de chusco y gallina terranova”.



La batalla final se dio y venció increíblemente la ave de D. Pío García, para desgracia y deshonra del Conde de Castañeda de los Lamos. Poco tiempo después, el Conde gallero cumplió con su palabra y cedió el título nobiliario a D. Pío García, mediante Escritura que autorizó el Escribano de Cabildo D. José María La Rosa. D. Pío García no contentó con este hecho, solicitó la ratificación de dicha cesión por parte de S.M. El Rey Fernando VII; acompañando para ello su limpieza de sangre con la indicación de ser “hidalgo por derecho de nacimiento”; así como un “buen lastre de onzas de oro”, seguramente para acallar a aquellos chismosos que no tardarían en ir con el cuento a la Cámara o peor aún a los mismísimos oídos del Rey. Al parecer este jocoso asunto jamás llegó a divulgarse en la Corte madrileña. Fue así como un gallero llegó a ser Conde de Castañeda de los Lamos. Sin embargo, algunos “envidiosos, que nunca faltan” lo llamaron desde ese día el Conde de la Topada.

Fuente: http://docelinajes.blogspot.com/2010/10/el-conde-gallero-y-la-apuesta-de-un.html

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