Sabemos que es imposible mantener a perpetuidad las cualidades de cualquier estirpe, pero no es menos cierto que si hacemos las cosas con una buena dosis de sentido común, es posible disfrutar de sus atributos por largos períodos. Es cuestión de seleccionar y enrazar con sensatez, sin prejuicios, de informarse adecuadamente y sobre todo, no caer en actitudes soberbias y desdeñar por completo la ayuda de la ciencia, la genética no te va a indicar qué es lo que tienes que hacer pero si te va a orientar para que puedas comprender el porqué suceden las cosas, y colaborará para que podamos entender cuáles serán nuestras posibilidades cuando ponemos en cría a nuestros animales.
A quien no le habrá pasado que cuando logramos que ese gallo, que nos deslumbró, pasa a formar parte de nuestra gallera le sacamos cría con cuanta gallina tengamos disponible; poco importa postergar a nuestra vieja y confiable familia por una temporada más, total, estamos convencidos que la cría de nuestro nuevo gallo será todo un éxito. Por desgracia, la mayoría de las veces esto no sucede, y no solamente tenemos que eliminar todo lo que sacamos sino que nos comenzamos a atrasar con la estirpe que nos sostiene en un razonable nivel de competencia. Esta forma de manejarnos suele ser el preludio de una serie de decisiones equivocadas que nos llevan a reducir lo que no tenemos que reducir y agrandar lo que no tenemos que agrandar. La necesidad de refrescar sangre es ineludible, pero hacerlo de manera indiscriminada generalmente se convierte en un verdadero fiasco. La impronta, la capacidad del criador para seleccionar sus aves es el factor que determinará su éxito o su fracaso.
Tomarse ciertas licencias en un ámbito prolijo, metódico, no es un problema, siempre serán controlables; hacerlo en medio del desorden y la improvisación suele ser demasiado peligroso. El aprendizaje, de quien comienza a criar gallos es básicamente el mismo de aquel que pretende tocar un instrumento musical o de quien asiste a una universidad para recibirse de médico, hay principios esenciales que son comunes a todos quienes deseen adquirir algún conocimiento específico. Por eso me pareció pertinente refrescar algunos conceptos de Comenius (1592-1670) teólogo protestante e impulsor de una nueva ciencia, la pedagogía. De su obra “Didáctica Magna” sacamos algunos preceptos básicos: 1.- Iniciar el aprendizaje con una preparación del espíritu.
2.- Ir de la general a lo particular.
3.- Y de lo fácil a lo difícil.
4.- Avanzar lentamente en todo orden de cosas.
5.- Empezar por darle sentido a todas las cosas.
Estos preceptos, por mas que fueron pensados para niños y adolescentes, nos involucran a todos, desde aquel que aspira a convertirse en un simple criador de gallos hasta quien pretende ser un futuro astronauta. Convendría no olvidaros.
A todos los hermanos mexicanos les envío un afectuoso saludo, con algunos años menos hoy estaría criando mis gallitos en algún rincón de aquel bello país.
Por Jose Manuel Pietri
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