HISTORIA DE LAS PELEAS DE GALLOS EN LA REPUBLICA DOMINICANA

jueves, 24 de febrero de 2011

HISTORIA DEL FAMOSO GALLO LLAMADO EL CICLÓN

Dicen que no tuvo cuna, apareció montado en una cepa de plátano que arrastraba el rio en la crecida por las aguas de un Ciclón, mas muerto que vivo por el agua y el frio cuando a penas completaba las primeras plumas de las alas y la cola, pero tuvo la suerte de ser recogido cerca del puente por un montero, de suerte aficionado a los gallos, que se esmero en protegerlo, dándole todo tipo de atenciones para que se criara sano y saludable.  Se hizo un gallo del tipo jerezano, de cuello y lomo rojizo, pecho negro y dos hermosas plumas blancas en la cola, con pico y patas amarillas, ojos pardos, de buen porte y estampa.  Impresiono sobremanera a su dueño y amigos galleros cuando con madurez suficiente para iniciar la etapa del cuido lo toparon con otro pollo de reconocida cría, demostrando sus cualidades de buen combatiente, con facilidad de picada, preferentemente desde el buche a la garganta, con una fortaleza inigualable, que aparejado a constantes movimientos de esquiva y rebatidas, así como buen tino para herir, le llevaron al record de dieciocho peleas ganadas en calidad de invicto.

Su presencia en el redondel estremecía la aficion y hasta los mas resentidos ya desistían de buscar revancha, apostando de seguro al siempre triunfador. Y llego el momento de la verdad, Ciclón participaria como favorito, como estrella de los anfitriones en el Torneo Anual de la Provincias Orientales frente al pinto “Floreado” de la provincia vecina cuyo récord era de siete peleas ganadas y una tabla.  La algarabía era enorme, difícil para los directivos contener la muchedumbre enardecida; tensión, optimismo y expectativa en sus respectivos galleros hasta que por fin, después del anuncio oficial por el Juez, comienza la pelea. Dos fieros y rápidos revueltos de saludo y ya el pinto agarra al cuello de Ciclon que rebate con eficacia pinchando un ojo a su contrario, lo que revuelve sobremanera la muchedumbre, luego sale de costado y entra picando como sabe a la parte superior del buche una, dos, tres veces. El pinto bien herido se mueve mucho, contraataca y de inmediato brota la sangre de la garganta de Ciclón que ya comienza a desesperarse al no poder hacer su pelea pues enfrenta un contrincante mañoso, que se le mete mucho por debajo, constantes movimientos, empujones que lo desconciertan y poco a poco le van restando fuerzas hasta que inesperadamente sale corriendo despavorido delante del pinto sin encontrar la salida del redondel.

Desde hace varios años y a fuerza de costumbre, se ha convertido en tradición de las vallas estatales el cortar la cola a todo gallo que se huye y pese a la pena o vergüenza del criador o gallero, el publico no perdona y a su manera, disfruta el espectáculo desde que aparecen los primeros síntomas de cobardia o intenciones de “apartarse” un gallo, gritando algunos a viva voz -¡Tijera, Tijera!.  Entonces ocurrió algo conmovedor e inolvidable para los allí presentes, su dueño pidió el microfono y con esa valentia campechana propia de los criollos, con lagrimas en los ojos y voz entrecortada pero firme, dijo:  - Hoy mi Ciclón no pudo ganar, no era su día. Recuerden las veces que lo aplaudieron por sus hazañas, cuanta alegría nos dio cuando venció al “Tierra Brava”, cuando cogí el trofeo de la pelea mas combativa al ganarse al “Cacique”, cuando hizo la pelea mas rápida y se declaro Gallo de Oro, o cuando en tremenda pelea derroto bien a “La Bonita”. Si alguien olvida eso, yo no puedo. ¡ Prefiero que me corten la cabeza a que le toquen con esa tijera a mi Ciclón Palabras suficientes para una larga y emotiva ovación, la ultima para quien nunca se supo de donde vino ni para donde fue.






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