HISTORIA DE LAS PELEAS DE GALLOS EN LA REPUBLICA DOMINICANA

martes, 22 de febrero de 2011

Las Antiguas Peleas De Gallos

En tiempos anteriores al euro, sabemos de algunos que se llegaron a vender en mil quinientas pesetas e incluso algo más.-Prácticamente, las peleas o riñas de gallos, hoy por hoy, están prohibidas en casi toda España, siendo tal vez Andalucía la región donde más tolerancia exista, respecto a un espectáculo que termina, generalmente, con la muerte de uno de los contendientes, que automáticamente va a parar a la cazuela.. Pese a las modernas prohibiciones, las riñas de gallos tienen un origen antiquísimo, diciéndose que fueron los españoles quienes la llevaron a Hispano américa, donde arraigó con bastante fuerza; especialmente en México, Venezuela y Cuba; y también en Filipina, en cuya capital, Manila, existen varios circos gallísticos, a los que los numerosos aficionados suelen acudir andando, recorriendo para ello grandes distancias.  En muchos de esos lugares a estos animales se les llama "gallos jerezanos", debido a la enorme fama que nuestra ciudad tuvo en tiempos pasados como criadero de los mejores; aunque aquí se les haya conocido siempre como "gallos ingleses", procedan o no de Inglaterra, donde las riñas tienen también una larga historia. La cuestión es que estos gallos son por naturaleza reñid ores y sus criadores lo único que hacen es alimentarlos y prepararlos para que puedan intervenir en las riñas que se desarrollan en pequeños circos, donde los aficionados cruzan sus apuestas.
El proceso del gallo, desde que nace hasta que se le lleva al reñid ero, para que participe en un combate con otro de su misma especie, comienza con su crianza en campo abierto, y cuando cumple los ocho meses, al entrar en celo se le lleva entonces a la gallera, para que allí se le vacune contra posibles enfermedades y a los dos o tres meses de esta operación, se le somete al descrestado, afeitado y corte de mejillas. Cuando cicatriza de las heridas producidas por esta necesaria operación, se le pela por determinados sitios y en seguida se le empieza a entrenar. Actividad esta que viene a durar de veinte a treinta días, según sea la calidad del gallo. Pasado ese tiempo, el gallo ya estará apto para la riña.

Estos animales, una vez metidos en lucha, no miran nunca a su contrincante. Se defienden por propio instinto de conservación. Por eso no se le puede dejar vivir en colectividad y hay que separarlo de los demás de su misma especie, antes de cumplir los nueve meses de edad. Caso contrario, entran en celo y se atacan entre si, mortalmente.
Un buen gallo de pelea suele costar bastante caro. En tiempos anteriores al euro, sabemos de algunos que se llegaron a vender en mil quinientas pesetas e incluso algo más. En el año 1933 hubo uno de los conocidos como "giro gallino", que fue vendido por sus criadores, los hermanos Ortega, al presidente de Venezuela, gran aficionado, en mil quinientos bolívares; mil pesetas al cambio de la época, más o menos.

Además de los hermanos Ortega, hubo otros muchos criadores que se hicieron famosos con la fina y cuidada preparación de sus productos, muchos de los cuales encontraban en los países sudamericanos su mejor mercado. Nombres conocidos entre los aficionados fueron los de Ignacio el de la Fundición, José Castrelo, el preparador Manuel Rosa, Paco Prida y Juan Padilla; además de los criadores Arrellano, Chacón Molina, Barrera, Paco Muño, Barrios y el célebre Chico Moreno. Este último viajaba continuamente a tierras Americanas a vender sus famosos gallos.  Fueron muchos, también los aristócratas y conocidos personajes jerezanos que, en el Jerez de mediados del siglo XX, llegaron a interesarse vivamente por la afición gallística, poseyendo incluso algunos de ellos, galleras propias. Entre éstos, el duque de San Lorenzo, que la tenía abierta a los aficionados, dentro del real Alcázar, del que fuera su último alcaide. Otros destacados aficionados fueron el conde de Cañee del Pinar, don Guillermo López de la Cámara y el famoso cirujano don Fermín Aranda, a quienes se les podía ver, con frecuencia en las funciones de los distintos reñid eros que hubo en Jerez. Y en sitios como los antiguos bares "La Mezquita" de la calle Algar ve, y "Los Gabrieles", de la Lancería, solían reunirse numerosos aficionados, así como en las tascas y tabancos de La Plazuela - especialmente en el tabanco llamado de los burros - y en otros lugares de la calle Empedrada y barrio de San Pedro, donde las tertulias gallísticas solían ser muy frecuentadas por entendidos. Hubo, incluso, una Sociedad Jerezana de Criadores de Gallos de Pelea, fundada para el fomento de dichas riñas.

Reñideros viejos hubo varios. El más conocido de todos el llamado "El Embrujo", en la calle de la Liebre, abierto cuando desapareció el del Alcázar, y que nosotros llegamos a conocer y a visitar, en ocasión de un reportaje para el semanario "Dígame". Aquí se celebraban riñas dos veces por semana, y alrededor de más de medio centenar de vistas o funciones, cada temporada; que empezaba a finales de año y terminaban al comenzar el verano del año siguiente; consistente cada función entre diez a quince combates, con nutrida asistencia de aficionados que llenaban por completo los pequeños graderíos del circo, cruzándose numerosas apuestas.  Otros reñideros muy populares que existieron en Jerez, a finales del siglo XIX y principios del XX, fueron los denominados "Reñidero Viejo" de la calle Porvenir y el de la plaza Belén, frente a la antigua Cárcel. Hubo también otro en la calle Algarve, llamado "Círculo Gallístico", pero más conocido por el vulgo, como el "Reñidero de los Señoritos". Y hasta se decía que hubo otro reñidero, en la calle Consistorio, frente al propio Ayuntamiento.

Según el reglamento de la sociedad propietaria de "El Embrujo", los combates duraban treinta y cinco minutos, si eran gallos los contendientes; pero solo treinta minutos si éstos eran clasificados como "jacas", así llamados los que poseen puyas largas. Antes de empezar el combate se pesa a los combatientes, en libras y onzas y milímetros de puyas. Al coincidir dos de iguales características, se conciertan las riñas que comienzan con una apuesta obligatoria entre ambos propietarios.  Una de las más famosas apuestas, según viejos galleros, tuvo lugar en el antiguo Circo Gallístico del Real Alcázar - situado a la entrada de la calle de las Armas, a la derecha, donde hubo luego un garaje - y fue de cin co mil pesetas a tres mil. Es decir de "mil duros a doce", según el argot de los aficionados; entre un hermoso ejemplar de la gallera célebre de Prida, llamado "Bombín", contra otro, también muy valiente de un conocido gallero de Cádiz. Esto sería sobre los años veinte del pasado siglo. Después de la emocionante pelea entre los dos gallos, la riña quedó en tablas.


 via gallerosoy.com 














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