HISTORIA DE LAS PELEAS DE GALLOS EN LA REPUBLICA DOMINICANA

jueves, 5 de mayo de 2011

HOMBRES DE GALLOS

El deporte de los gallos; una pasión ancestral que se mantiene viva, una forma de encarar la vida, un ejemplo no deseado por quienes necesitan pueblos mansos , sin rebeldía ni identidad cultural, funcionales espectadores de in disimulables apetitos de riqueza y poder. Pese a los prejuicios y desconocimiento que rodean al gallo de riña, su círculo mágico siempre encuentra una pequeña rendija para filtrarse en el mundo del arte y la cultura y algunas veces, como curadores de profundos dolores del alma humana.  En una reciente nota donde el desaparecido periodista y escritor tucumano Tomas Eloy Martínez fue homenajeado por la revista adn Cultura del diario La Nación, su director, Jorge Fernández Díaz hace mención en su nota de homenaje, sobre las profundas diferencias que separaban a dos colosos de las letras, Jorge Luis Borges, un hombre pacífico, encerrado en bibliotecas y Ernest Hemingway, un salvaje peregrino del mundo y agrega, resulta sin embargo conmovedor que ambos contendientes tuvieran al menos dos coincidencias notables. Una era la fascinación por el culto al coraje. A quienes convivimos diariamente con ese portento de casta y coraje que es nuestro gallo de riña, la reflexión de Jorge Fernández Díaz no nos sorprende, sabemos que tanto Borges como Hemingway tenían una profunda admiración por nuestro gallo, Borges como espectador y Hemingway como criador, puesto que tenía gallos en su casa de cuba. Alguna vez dijo “Hay personas que condenan las riñas de gallos como crueles; mas, ¿porqué diablos esos animales no saben otra cosa sino pelear? Ningún hombre es grande comparado a esas extraordinarias aves”. 

Es difícil encontrar sobre la faz de la tierra un ser vivo con la bravura y estoicismo del gallo de pelea. Por eso no sorprende que hombres de las más diversas culturas, etnias y religiones distingan a nuestros gallos como símbolo de valor y nobleza. Algunas expresiones cinematográficas como “Aniceto” de Leonardo Favio o “Gallero” de Sergio Mazza, nos acercan a la relación intensa, cómplice que se da entre el hombre y su gallo de pelea. 
Cada vez que los galleros escuchamos algún tema folclórico del desaparecido poeta salteño Abel Mónico Saravia, especialmente “La Cerrillana” quizás su obra más difundida, no podemos dejar de recordar su espigada figura, invariablemente arropada con prendas gauchescas, animar con sus gallos y sus palabras, cuanta reunión importante se realizaba en el norte del país. 

Si de poetas hablamos, merita mencionar que en el número 72 de la revista “Diario de Poesía” se publica un extenso reportaje a Igor Barreto, que al decir de ellos, uno de los poetas más fascinantes de Venezuela; profesor de la Universidad Central de Venezuela; pero, sobre todo dice, “soy criador de gallos de combate, concurro a las vallas y palenques cada domingo, donde gano y pierdo como todo el mundo”. De la entrevista realizada tomaremos el material que nos concierne, el gallo de combate. Pregunta; la violencia, la muerte forman parte importante de ese paisaje que recuperas o reconstruyes. Los gallos de combate son una metáfora más de la dureza y la reciedumbre de esos escenarios. Siempre me ha dado mucha curiosidad tu afición a la cría de gallos de combate. Incluso escribes para una revista especializada en el tema ¿Concibes esta afición como un simple divertimento o pasatiempo, o tienes alguna concepción formada sobre el tema?  

Igor Barreto: Tengo gallos de pelea desde los nueve años. Cuando tenía doce era un joven con mil dólares en el bolsillo y un flamante gallo zambo en los brazos, aguardando mi turno al ruedo en una gallera de orilla. Me gusta este ritual popular de muerte. El gallo de combate no es el ave solar que está posada cómodamente en el copo del árbol de la vida. Es un ave sombría de mirada muy dura. Si fuera a conseguir una imagen semejante a la suya, pero en otra expresión cultural distinta pensaría en la representación del dios Ogún dentro del Vudú Haitiano. Es un guerrero con un pañuelo rojo en la cabeza, tan cruel (como dice la antropología y novelista Michaelle Ascencio) como el caporal de una plantación. En el anillo donde ocurren los combates los rostros se mudan de tal manera que aparece un máscara. El lenguaje de las apuestas es crítico y requiere de una gran memoria y agilidad en el cálculo de lo que arriesgas. Son los términos de la cultura profunda de los analfabetos. La adustez de lo pre simbólico. Admiro mucho otras lidias, las de los toros. También el libro de José Bergamin “La música callada del toreo” uno de los grandes ensayos de la lengua. Escribo una columna que lleva por título “ Galle rías de la cabeza parlante”, como un homenaje a ese otro libro de Bergamin “Aforismos de la Cabeza parlante”. Quisiera para los gallos la dignidad que Bergamin le concedió a la corrida de toros. En lugar de su tauromaquia una gallomaquia, es un sueño personal. En Venezuela estimo que no habrá más de trescientos lectores asiduos de poesía, pero a las galleras van miles y todos con un gran fervor.   
Pregunta: En un poema reciente dices: “Inicié la búsqueda del alma como su fuese un vulgar minero; excavar, excavar, excavar, todo el día sin encontrar señas del material precioso, porque el alma sólo te visita”, luego dices “el alma es un hecho musical”. Primero pareces otorgarle sacralidad y luego la secularizas. Eugenio Montejo es de los que piensan que la poesía es nuestra ultima religión. Que opinión tienes de todo esto? Igor Barreto: NO estoy de acuerdo. La pelea de gallos finos es nuestra ultima religión. No queda margen para emitir algún tipo de comentario, solo disfrutemos de la encendida descripción que Igor Barreto hace de una actividad que no acepta las medias tintas. 

Para ir finalizando recordaré a dos galleros cabales, pero por sobre todas las cosas, hombres con la dignidad propia del gallo de riña, don Antonio Speranza y el Dr. Miguel Angel Polti. 
Don Antonio Speranza fue un gallero de tiempo completo, austero, de muy pocas palabras, con un conocimiento que sólo se adquiere dentro de la gallera. Junto con don Antonio Avelino Marchitelli, fueron, entre los que ya no están, de quienes escuché algunas observaciones cargadas de sabiduría y que lamentablemente y sólo con el paso de los años comenzamos a comprender. 

Ellos veían donde la mayoría no podemos ver.
Don Antonio Speranza tenía otra pasión, desconocida hasta para quienes lo frecuentaban, el canto lírico. Una de sus nietas, Ivana, quien se crió entre los gallos de su abuelo, heredó su mismo amor por el canto, muy jovencita decidió radicarse en Italia para estudiar y desarrollar su carrera. A mediados de 2009 fue contratada para actuar en el Teatro Avenida, en Capital Federal, interpretando “Aida” la opera de Giuseppe Verdi. Su actuación fue efusivamente elogiada por la crítica especializada que cubrió el evento. No sé si de algún misterioso lugar Don Antonio pudo disfrutar del canto de su nieta, pero lo que si es seguro, que Don Antonio Speranza está más vivo que muchos que deambulan por éste mundo sin que podamos visualizar su sombra.

Miguel Angel Polti fue una persona singular, médico y director del Hospital Zonal de Morteros por más de treinta años, dueño de una conmovedora condición humana, sus pacientes y quien lo conoció en su ciudad, pueden dar fe de ello, bondadoso, apegado a la vida, incondicional con los necesitados, vivía intensamente sus dos “Vicios”, los gallos de riña y los caballos de carrera. Fue propietario de un pequeño haras y un padrillo, Marius (Sparus y Marigold) al que recordaba con gran cariño, en un momento de su vida tuvo que liquidar todo, sin embargo, año tras año recibía el catálogo de ventas del haras “La Quebrada” por el que sentía admiración y simpatía, su entusiasmo era tal, que después se ocupaba de seguir la campaña de cada producto ofrecido en venta.

Para quienes trataban al Dr. Polti y a su esposa Hilda y no conocían su historia familiar, jamás se hubieran imaginado que atrás de tanta serenidad, tanta dulzura, había un dolor profundo, difícil de mensurar. Sus dos hijos fueron asesinados por el terrorismo de estado, uno de ellos, fue uno de los dieciséis fusilados en la cárcel de Trelew. En nuestras largas conversaciones jamás tocamos el tema, gallos y caballos eran los únicos protagonistas de nuestros delirios de cómo lograr super gallos o anticipar el próximo ganador del gran premio nacional. Hasta que un buen día, y sin que mediara ninguna situación especial, decidió contarme la historia de sus hijos hasta su trágico final. En un momento me dijo: “ Jose, sentí tanto dolor y rencor que estuve a punto de tomar un arma y salir a tomar venganza, si no lo hice, fue por Hilda y por mis gallos” .. éstos me requerían alimento, sol y limpieza, todos los días, comencé a pasar largas horas dentro de la gallera, hasta que en algún momento, comencé a sentir que estaba recibiendo de ellos su energía, tan vital como perturbadora, y así, poco a poco, me fueron trayendo a la vida ¡Cómo no amar a mis gallos! Meses atrás, leyendo un reportaje a Jose “Pepe” Mujica, ayer guerrillero tupa maro, hoy presidente electo de Uruguay, creí percibir en sus expresiones, el mismo espíritu, los mismos sentimientos y casi las mismas palabras que hace varios años atrás escuché en boca del amigo Miguel Angel Polti “No cultivo ni el olvido ni el perdón, pero tampoco el rencor”.

Nuestros gallos estarán por siempre, pese a quien le pese, brindándonos su ejemplo de nobleza y dignidad, que en esta época de degradación espiritual, tanto necesitamos. Un fraternal abrazo para mis hermanos galleros.

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