VII INTERNACIONAL DE CALI.-
Haciendo honor a su tradición, el VII Torneo Internacional de gallos de pelea en Cali, organizado en esta ocasión por la Asociación de Criadores de Gallos de Pelea del Valle del Cauca –ASOGAL- durante los días 15 y 16 de abril, se constituyó en un éxito rotundo. 296 gallos, 148 peleas y presencia de las mejores crías de Colombia, en compañía de Puerto Rico, Aruba, Estados Unidos (Miami), Perú, Ecuador y algunos aficionados de Venezuela, dan fe del suceso.
La novedad principal del torneo, en el que las peleas se sortearon por peso a través de computador, consistió en el uso de espuelas plásticas de 42 milímetros, más cortas que en los eventos anteriores, lo cual repercutió en los resultados y la calidad del espectáculo. Se hizo evidente que con espuelas más cortas hay menos tiros de suerte, los gallos pelean más y los que tienen más casta, y mejor preparación y crianza, terminan imponiéndose. Aún así hubo 12 riñas que se definieron antes del primer minuto de pelea, y la mayor parte de ellas tuvieron triunfador antes de los 5 minutos.
Desde luego, hubo un buen número de peleas que pasaron de los 5 minutos y también un número alto de empates. Pero pudimos ver excelentes combates, prolongados, vibrantes y llenos de excitación, en los que se mostraron a plenitud las cualidades de los gallos combatientes y la capacidad de sus preparadores y galleros. De hecho, las tres riñas que provocaron el aplauso unánime del público duraron cerca de los 10 minutos y una de ellas terminó en tablas.
Para los acostumbrados al uso de espuelas de 50 milímetros o más, estos resultados bien pudieran indicar falta de tino en los gallos, pues ellos están habituados a que las peleas se definan pronto, con base en lo que los viejos reglamentos españoles consideraban heridas “innobles”, que dejan a los gallos incapacitados para combatir y a merced de su rival. Ese tipo de heridas, “pulmonazos”, rotura de la quilla de la pechuga, o “zancajos”, estuvieron ausentes en la definición de casi todas las riñas. Así, los aficionados pudieron disfrutar del valor, el bravío y la pugnacidad de los gallos de pelea en dos días de fiesta gallística inolvidable.
Los resultados finales así lo demuestran: se erigió como gran ganador el frente de 4 gallos presentado por José Lancheros de Palmira, quién peleó aves criadas por Don Edgar Casas, de la misma ciudad, quien posee reproductores de las mejores crías del mundo en la variedad de pico y espuela. Su rendimiento fue del 100%, ganando 4 riñas y alcanzando 12 puntos. Fue el único frente que obtuvo este resultado.
Los hermanos Abadía de Cali, La Pradera de Bernardo Contreras también de Cali y Miami de Carlos y Julio, empataron en el segundo lugar con 10 puntos, producto de 3 victorias y un empate, con un rendimiento superior al 80%. Nadie puede dudar de la calidad de los gallos de Adolfo y Carlos Abadía, o de la cría de origen portorriqueño de La Pradera o de las excelentes aves cubanas de Miami.
En el tercer lugar se presentó un bloque de 9 frentes, con 3 peleas ganadas y una perdida, y un rendimiento del 75%. Se trata de Vistahermosa Sandoná, del criador nariñense –Colombia- Germán Insuasti; San José Salgar del peruano Edgardo Figueroa, quien peleó aves colombianas de la cría de Gabriel Posada; Montería de Fernando Mafioli, también criador colombiano de gallos con origen portorriqueño; otro frente de La Pradera, integrado por gallos de Puerto Rico de los criadores Danny Juan y Latorre; San José, otro frente de Edgardo Figueroa, esta vez con gallos peruanos; Timo, de Germán Patiño con aves de procedencia español y cubana con cruces de oriental; El Oasis-Los Mangos, de los hermanos Nelson y Leonardo Campo, una de las mejores crías del país; Kan Kil de Dayson Paniza, un caribeño colombiano que vive por y para los gallos; y Palmira-Pilis del médico caleño Benjamin Narváez con aves de origen español.
En otras palabras, no hay sorpresas. Al frente de los resultados estuvieron los mejores criadores del país y los mejores gallos llegados del exterior. Se impuso la clase, la bravura y la preparación, sobre el azar. A eso contribuyó, sin duda, el tamaño más corto de las espuelas.
TRES MOMENTOS DE CLIMAX
Debe saberse que el público de Cali es reticente a la hora de aplaudir las peleas de gallos. Tanto por exigencia, como por algo de egoísmo. A los aficionados les cuesta reconocer al superioridad del contrario cuando acaban de perder una apuesta. Pero en esta ocasión hubo 6 gallos que los pusieron a todos de acuerdo y los pusieron a aplaudir de manera frenética, sin importarles cuánto dinero acabaran de perder.
La primera, en el primer día de riñas, alrededor de las 7 de la noche, que enfrentó a un pollo giro de Benjamín Narváez con otro colorado –zambo- de Fernando Mafioli, ambos colombianos, el uno de Cali y el otro de Montería. El colorado, veloz y certero, estuvo al frente de la pelea durante un buen lapso y parecía que la iba a definir a su favor. Pero no contó con la nobleza, bravura y fortaleza del giro que, muy herido, empezó a tirar con violencia cada vez que sentía al enemigo cerca. Ciego, buscaba con su pico alrededor, barriendo el espacio delante de si, hasta encontrar a su enemigo. A los 7 minutos 11 segundos logró abatir al colorado de un certero espuelazo en la cabeza. La gallera en pleno aplaudió el valor de este pollo giro, que tiene sus ancestro en la cría del sevillano Antonio Calvo Romero, línea “giros de Prádez”.
El segundo gran momento se presentó el segundo día en el enfrentamiento de un pollo colorado “cabeza redonda” de Humberto Pulido con otro colorado de Roberto Peña, ambos criadores de ASOGAL. Este par de aves se trenzaron en un “toma y dame” intenso, sin dar ni pedir cuartel, de tal manera que era imposible saber hacia dónde se decidía la pelea. Faltando un minuto para las tablas el gallo de Peña acertó un espuelazo que pareció definir a su favor la pelea, pero el pollo de Pulido, sacando coraje y fuerzas no se sabe de dónde, reaccionó con bravura inusitada y estuvo a segundos de ganarla, cuando el juez declaró las tablas. La gallera les brindó un aplauso atronador.
Finalmente, tarde en la noche, se enfrentó un gallo colorado de Martín Yoyo de Puerto Rico con otro, también colorado, de Germán Patiño. De mayor alzada el borinqueño, arrolló al colombiano durante los primero segundos, pero la bravura de éste le permitió llevar la pelea al infighting, donde neutralizó la ventaja del más alto. Desde allí logró propinarle un espuelazo en el oído que dejó al gallo de Yoyo mal de equilibrio. Entonces fué la pelea: pues el portorriqueño sacó su casta, lo mismo que el colombiano. Cayéndose, el de Yoyo se traía con las espuelas al de Patiño. Y éste, cada vez que era espueleado, se revolvía como víbora toreada y tiraba por todas partes, con extraordinaria velocidad y fortaleza. Al final, a los 9 minutos y 59 segundos, faltando 1 segundo para las tablas, el gallo de Yoyo murió en la mitad del circo, mientras la afición se ponía de pié para aplaudir a los dos bravos. De hecho, el último minuto de la pelea de estos dos combatientes se desarrolló en medio del aplauso unánime de la gallera.
La totalidad del evento fue una fiesta extraordinaria. Una fiesta de los gallos bravos, sí, pero sobre todo de la hermandad latinoamericana y continental, donde se olvidaron diferencias fronterizas, giros lingüísticos, manías regionales y hasta viejas reticencias. Todos fuimos uno, identificados con la vieja sentencia española; “Lo mejor de los gallos son las amistades que dejan”.
Cali, abril 23 de 2011 patiogerman@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario