uando pienso en mis gallos, a pesar de estar en la distancia, mi corazón está en mi tierraEn muchas ocasiones hemos tratado de ilustrar a nuestros lectores sobre el cuidado y el mantenimiento de una traba, galpón, cuerda y gallería, como se le llama en diferentes partes del mundo. Son los lugares donde tenemos nuestros gallos, y donde tenemos nuestro sentimiento y nuestra esperanza de que en el futuro podamos regresar a nuestros países de origen a recorrer toda la geografía mostrando nuestros ejemplares Por estos escritos hemos recibido elogios y las felicitaciones de muchos lectores a nivel mundial. Muchos de ellos desde distancias tan lejanas como el Japón, España, Estados Unidos y el polo norte. Del Japón recibimos constantemente los saludos de Carlos Hide, un peruano que en busca de mejoría para él y sus familiares dejó la tierra que lo vio nacer para lanzarse a una aventura, en un país al que nunca había visitado. Carlos Hide, dentro de sus metas ha incluido la de establecer una buena línea de gallos, para cuando regrese al Perú poder contar con aguerridos combatientes, que le permitan competir al más alto nivel en este deporte, o pasatiempo como los llaman algunos. Carlos, dentro de su presupuesto familiar incluye el que usa para obtener y mantener una buena línea de gallos en su país natal. Como está el costo de la vida a nivel mundial, esa actividad de crianza de gallos se come parte de su sueldo. Pero como es parte de sus metas, a Carlos eso no le molesta. Cuba, como se hace llamar uno de nuestros lectores y que reside en España, como todo guájiro cubano vive aferrado a las peleas de gallos. No escatima esfuerzos en mantener una gallería en el lugar donde reside y siempre está a la espera de que las condiciones de vida en cuba avancen para llevar sus aguerridos gladiadores emplumados españoles. “Cuba”, al igual que Carlos, incurre en gastos que bien podría está ahorrando para si algún día regresa a cuba poder contar con suficientes fondos para vivir la vejez en armonía. Pero el amor por una cultura que llevan corriendo por sus venas, no se despegan del deporte de los gallos. Ángel Yusex, un dominicano residente en la madre patria, oriundo del sur profundo, como lo es la provincia de Neyba, sostiene comunicación a diario con los que en el Sur están al cuidado de sus gallos. Ángel nos cuenta que es un poco afortunado con las personas que tienen al cuido de sus animales, y que el presupuesto que tiene destinado para el mantenimiento de su traba no le molesta por que lo está gastando en lo que le gusta. Pero como hemos podido ver, todos los que tienen gallos en su patria y residen fuera de ella, se han convertido en impulsores de la economía de sus comunidades en sus países de origen. n cada traba, galpón, cuerda o gallería, existe un grupo de personas que busca el sustento de sus familias de esas instalaciones. Y como es de esperar, tienen que mantener a sus patrones contentos con los que ellos creen que está bien. Escenas como esta se ven a diario en los lugares más remotas de nuestros países de habla hispana, y es que por tradición nos mantenemos unidos al deporte que generación tras generación hemos mantenido en nuestras comunidades. A estas escenas siempre la sigue una llamada telefónica para mantenernos informados de lo que a diarios acontece en nuestras instalaciones. ¡Hola!, ¡Hola! ¿Alberto y los pollos como amanecieron hoy?
_ ¡Don, pero usted sabe que yo no me descuido con esos animales. Esos gallos ya tan de jugay!,… ¿Cuándo lo vamos a echay? ¡Mande esos cuaito patrón pa’ jugay esos gallito! _”Alberto, pero esos pollos a pena tiene dos topes”, -- ¡si! si, patrón, pero etan que rompen una tabla, de duro!. Lugo de mucho hablar, Alberto cierra el teléfono y se escucha la voz de su mujer decir. ¡Alberto!, ¿Pero y ese no fue ei gallo que no comimo ayei? ¡Si mujey, pero eso ei no lo sabe, y si se lo digo después no manda los cuaito que manda to lo meses!. Escenas como esa se repiten a diarios para los que desde el exterior nos empeñamos en mantener una cría de gallos en nuestros países, mientras en la mayoría de los casos ni vemos pelear esos animales. Muchos son lo que opinan que es mejor guardar el dinero, para cuando estén de retirada en sus países y estando allá comprar gallos ya terminados y listos para el combate y entre de inmediato en la competencia. Pero los que dicen eso no son galleros o no llevar el deporte de los gallos en la sangre. Solo ven este deporte como un pasatiempo, y nuca llegaran a ser galleros de corazón. Si usted es de los que piensa de esa forma, es casi seguro que usted es un apostador, no un gallero. El gallero de corazón carga sus gallos donde quiera que vaya y sueña con un día poder despertar en la mañana con el cantar del gallo. via gallerosoy.com