HISTORIA DE LAS PELEAS DE GALLOS EN LA REPUBLICA DOMINICANA
martes, 5 de octubre de 2010
¿Quién Era “Come Gallo”?
Hay hombres que se convierten en leyenda y jamás son olvidados por su idiosincrasia, su apego a su gente, por ser elegido, tal vez casualmente por la circunstancias de la vida, que a veces obliga a proceder y actuar de una manera a algunos que fijan recuerdos y describen el modo de vida de una época donde la pobreza extrema para muchos era lo más normal del mundo, sin importarle a nadie situaciones semejantes. Este es la historia de un personaje holguinero, grabada para siempre en la memoria popular.
La “Valla de Guarro”, hace más de medio siglo se encontraba en la calle Pepe Torres entre Frexes y Martí, de la oriental ciudad de Holguín, actualmente reconocida a nivel internacional como la ciudad cubana de los parques.
Aquí solía acudir José Ramón, popularmente nombrado “Come Gallo”, persona humilde, de pueblo quien iba a este sitio en busca de sustento, gracias a la suerte de los perdedores que para él constituían su goce alimentario.
Un día en busca de gallos sin suerte, muertos en la pelea que provocaba los gritos de alegría de unos y de infortunio de otros le llama la atención un hermoso ejemplar que un gallero saca de la bolsa de purgatel, sitio donde frecuentemente se conservan antes de los combates. Realmente tenía una belleza extraordinaria, un colorido incomparable que lo clasificaba entre los llamados giros.
El personaje de esta leyenda no pudo evitar que la boca se le hiciera agua y en su imaginación lo echó en una olla y el inconfundible olor a fricasé lo trasladó hasta un suculento plato humeante y apetitoso. Impulsado por los deseos provocados por su hambruna, corrió hasta el portador del gallo y se adelantó como el decía antes de que “otro me lo arrebate porque no soy el único recogedor de gallos muertos en esta valla”.
Actualmente, como manera de atracción, se ofrece espectáculos de peleas de gallos para el turismo en Cuba. Foto: ArchivoUn amigo trató de convencerlo con palabras inútilmente de que no hiciera semejante solicitud y sin atinar a otra solución lo sujetó fuertemente por la acostumbrada chaqueta oscura que vestía y lo distinguía, sin lograrlo. Se apresura y ejecuta su deseo pidiendo con vehemencia como si estuviera muerto un gallo vivito y coleando.
El gallero reaccionó indignado porque tenía muchas esperanzas de que su gallo fuera el vencedor; lleno de irá golpeó fuertemente a José Ramón con el ave de combate. Arroja toda su furia contra él porque no admite que auguren la muerte de su animal predilecto y mucho menos que se lo coman. El ofendido le gritó palabras injuriosas y una de ellas es la de “Come Gallo”. Desde ese momento surge un protagonista peculiar que deambula por las calles holguineras y hace famosa esa frase, una tradición que persiste en la memoria de generación en generación.
Este personaje, va invadiendo los lugares más concurridos de la ciudad de Holguín, la antigua cafetería piloto, Bretones, y las terminales de ómnibus. Al pasar del tiempo su presencia se hace imprescindible en esos sitios porque él con su forma, le da un toque muy singular hasta con su manera de vestir, un sombrero de paño oscuro y chaqueta de igual color, zapatos negros y sus inconfundibles espejuelos de nácar.
Aparentaba sentirse ofendido cuando de cualquier boca sin determinar a penas de que espacio de la multitud le gritaran la palabra “¡Come Gallo”! Llamarlo de esa manera más que una burla era una muestra de cariño a quien hacía reír con sus graciosos gestos falsamente coléricos, y sin embargo constituían el recurso de un hombre necesitado de amor, una lucha interna para resaltar su presencia.
José Ramón, mejor dicho “Come Gallo”, dejaba sorprendido a todos por su constante andar de cafetería en cafetería alrededor de la ciudad. Siempre estaba presente en los momentos de mayor aglomeración de personas como quien busca compañía entre las multitudes. La gente disfrutaba mortificándolo, con la intención de recrearse y él buscaba la forma de encontrarse con ellos, descargar su ira y en realidad luchaba contra el silencio y la indiferencia. Cuando no oye la voz que lo nombra, el mismo provoca que surja y lo identifique: “Come Gallo”.
Miraba a su espalda y el silencio era total, cómplice de un público que lo ha ido queriendo y ríe con sus gracias amenazantes, que un tanto a él le gusta y el sobrenombre que al parecer detesta, lo perpetúa entre los recuerdos y tradiciones de la ciudad.
Cuando le preguntaban por su casa expresaba que el prefería caminar y caminar sin rumbo. No sabemos por qué y le brillaban intensamente los ojos al referirse al tema y revelaba que muchos de sus allegados lo creían demente y culpa su pobreza a los santos que no lo querían ayudar que él estaba seguro de que no tenía ningún problema mental y entonces sentenciaba que un arrastre de familia no lo dejaba salir de su pobreza.
Al referirse al tema se acentuaba su triste mirada y al mismo tiempo firme. Mantenía su rostro serio y sereno nunca ría y a esa característica también se unía a su elocuencia al hablar que dejaba ver en sus conversaciones su creencia religiosa.
“Come Gallo” tenía sus amistades a quienes mostraba su fidelidad y aprecio. Nunca los enfrentaba y muchos menos tratarlo con violencia. Sin embargo, sabía reclamar su hombría y apelación al respeto sobre todo en lugares públicos. Con esa decisión de imponer respeto a su persona llegó a la casa de un amigo y le pide ayuda porque uno de sus hijos se prestaba para el juego de llamarle “Come Gallo”.
La pelea de gallos es una tradición campesina en Cuba. Foto: La Jiribilla“Piné” como familiarmente llamaba a esta persona de vínculos amistosos muy estrechos, levantándose la chaqueta le muestra un cuchillo y le dice con lágrimas en los ojos:” No lo he usado porque sé que es hijo tuyo”.El amigo como era de esperar resuelve la situación y por ese lado no se escuchó más una de las vocecitas fingidas entre el público que tanto sobresaltaba el ánimo de José Ramón, digo “Come Gallo”.
Ese moreno convertido en leyenda viva, un hombre, más bien de estatura baja que transitaba en la ciudad, mejor que en su propia casa, añoraba en ocasiones que no olvidaran su nombre.
Viajaba de un extremo a otro de la ciudad y su popularidad crecía entre los holguineros. En la guagua el también trataba de encontrar el público que necesitaba. Miraba provocativamente a cada uno de los rostros. Inesperadamente, gritaba: “¿Quién me dijo “Come Gallo”?”. Todos quedaban sorprendidos. Nadie le ha dicho esa frase tan popular que el espera escuchar en cualquier parte. Se ladeaba, pero el público se mantenía callado, un silencio que le duele.
Buscaba la voz y no encontraba a su dueño, se le confundía dentro del público que lo miraba expectante, esperando una de esas acostumbradas reacciones de un hombre que no puede vivir sin su gente, un actor de la vida que coloreaba con su imagen una leyenda. No soportaba sentir el silencio, no resistía sentirse olvidado, inadvertido y buscaba que se notara su figura. Y lo logró, porque a “Come Gallo” todos lo recuerdan, se mantiene eterno en la memoria de muchas personas que narran en cualquier fiesta, en una conversación normal y hasta en los velorios, la historia de este personaje.
Fuente: http://www.radioangulo.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=12546&Itemid=40
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