HISTORIA DE LAS PELEAS DE GALLOS EN LA REPUBLICA DOMINICANA

domingo, 24 de octubre de 2010


La conducta de este animal siempre ha sido motivo de polémicas entre sus  defensores y detractores. El instinto agresivo y violento del gallo de pelea da margen a crear antagónicas interpretaciones.  Si partimos de la premisa que existen pocas verdades universales,  categorizar que  las peleas de gallos son una actividad poco civilizada seria una opinión muy personal y no una verdad absoluta. Resulta interesante ubicar dicha actividad en la vida social de los pueblos catalogado como: Entretenimiento, Pasatiempo, Juego o  Deporte. 




En Puerto Rico se practica esta actividad desde los  tiempos de la  colonización española y está muy arraigada en la cultura de nuestra isla. Ha sido y es fuente de inspiración para compositores y  artistas de la pintura y la artesanía. Su presencia se ha dejado sentir en la literatura, la historia y el folklor popular. Son muchas las frases del léxico gallístico que el pueblo  ha adoptado como refranes o frases cotidianas.   Equipos deportivos  e  instituciones educativas llevan el nombre o emblema del gallo de pelea.

En Puerto Rico tiene tanto arraigo que se le ha bautizado con diferentes nombres. Usado por muchos es “El Deporte Del Pico Y Las Espuelas”. Estas dos armas son pieza clave en el desarrollo y resultado de un combate entre estos  gladiadores emplumados. Aunque algunas personas no lo acepte el gallo es programado por la naturaleza para pelear. No son mascotas hogareñas.  Traen el instinto violento de pelear y vienen equipados con las armas de combate que son sus espuelas. No las tienen de adorno ni tienen otra función que no sea la de herir a su adversario. La picada y el espuelazo son los factores que hacen la diferencia entre ganar  o perder.  Para que un gallo pueda herir con sus espuelas a su retador es necesario tener un pico fuerte y saludable. La picada es el punto de apoyo usado por el gallo para  lograr la puntería necesaria   en el uso  sus armas de combate. Un gallo con defectos o mutilaciones en el pico o en  sus espuelas en la mayoría de los casos   lo incapacita para convertirse en un potencial campeón. 

Muchos lo catalogan como “El Deporte Nacional De Puerto Rico” por ser uno de los de mayor antigüedad en la isla y sin lugar a duda el de mayor asistencia en la actualidad. Es una actividad donde no se discrimina por edad, sexo, nacionalidad o cualquier otra consideración social.    Participan desde niños hasta ancianos y en las últimas décadas  la mujer  se ha integrado a este mundo  tradicionalmente dominado por el sexo masculino. De igual manera en los eventos gallísticos participan e  interactúan todas las clases sociales del país. Cada puertorriqueño tiene un familiar o amigo ligado a este deporte. Al igual que la bandera,  el escudo y el coquí el gallo de pelea es símbolo de nuestra identidad nacional.  Así  se hizo constar cuando nuestra reina de belleza Denisse Quiñones lo utilizo como símbolo patrio en el desfile de trajes típicos en el concurso de Miss Universe. Nuestro gallo de pelea fue visto por millones de personas  alrededor del mundo en este evento  internacional y tal vez aporto algo  a que obtuviera el titulo de reina del universo.

Por virtud de la ley 98 del 30 de junio de 2007 “Ley de Gallos de Puerto Rico del Nuevo Milenio”  las Peleas  de Gallos han sido reconocidas por una ley estatal  como el único” Deporte Cultural” de la isla. 

Sin lugar a duda esta actividad está estrechamente ligada a la historia y la cultura de nuestro país y de muchos otros  donde se practica. Cuando los actuales deportes y entretenimientos  llegaron a nuestra isla las peleas de gallos ya eran centenarias y  con raíces profundas en la vida social y cultural de nuestra nación. Ni las prohibiciones legales que en el pasado ha sido víctima,  ni el advenimiento de nuevos estilos de vidas han podido socavar el arraigo que esta tradición tiene en el corazón de miles de puertorriqueños. Por el contrario, hoy es una de las industrias más solidas de la isla generando miles de empleo e inyectando millones de dólares a la economía local.  Esto a pesar de no contar  con  el respaldo del gobierno  y sin las ayudas y subsidios que reciben otros deportes del  gobierno estatal,  los  municipios y el patrocinio de poderosas empresas privadas.

También denominado como “Deporte de Caballeros”.  Este nombre no responde necesariamente  a que son los hombres quienes tradicionalmente  lo han practicado y dominado sino por el sistema de pactar las apuestas. Los apostadores  hacen sus jugadas verbalmente y son cumplidas según lo acordado sin ningún tipo de evidencia escrita, testigos o boletos. La palabra empeñada es un compromiso de caballero que finalizada la pelea se cobra o se paga sin intervención de nada ni de nadie. La cultura gallística exige el fiel cumplimiento de esta tradición. Quien no lo haga sabe que recibirá el descredito y rechazo de la comunidad gallística y se estaría auto eliminándo de participar en  las jugadas y eventos relacionados.  En momentos como los que vivimos que hacer una  promesa y no cumplirla es la orden del día y en eso nuestros honorables políticos dan cátedra, la conducta del deportista de gallos es ejemplo a emular por todos los sectores de la sociedad.

A pesar que la crisis económica, la pérdida de valores, el deterioro de los principios sociales, morales y familiares que ha sufrido nuestro país y gran parte del mundo  en las últimas décadas, la actividad gallística  conserva muchos elementos de los  que cultivaron y heredamos de   nuestros  abuelos y  que caracterizo la añorada sociedad puertorriqueña del pasado .   El Deporte de Gallos con sus defectos y virtudes ha jugado un papel importante en la identificación cultural y nacional de los que hemos nacido y amamos  esta tierra.

 Nos preocupa la manera en que  algunos de nuestros compatriotas de los medios de comunicación, políticos y ciudadanos particulares  asumen posiciones sobre este polémico tema sin tener los elementos necesarios para hacer un análisis objetivo y poder llegar a conclusiones basadas en realidades y no en teorías.

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