HISTORIA DE LAS PELEAS DE GALLOS EN LA REPUBLICA DOMINICANA

martes, 21 de diciembre de 2010

Los Dominicanos No Dejan Los Gallos


Las peleas de gallos siguen siendo la atracción principal de los dominicanos, y se han onvertido en el pasatiempo favorito de los dominicanos residentes en el exterior, dándole estos seguimiento a través de la magia digital. Los dominicanos residentes en el exterior mantienen su afición por las peleas de gallos y se reúnen en cualquier apartamento ó en cualquier negocio para disfrutar de una pelea de gallos a través del internet. La imposibilidad que tienen algunos dominicanos de viajar a la isla, ha aumentado el alcance de los Torneos que se organizan en el Coliseo Don Alberto Bonetti Burgos, mediante el sistema de subscrición que ha implementado esa institución. Muchos de los usuarios de ese sistemas han recurrido a invitar amigos a sus casas para entre todos cubrir el costo de transmisión, el cual es más caro que el que cobran los equipos de Beisbol de Grandes Ligas por la transmisión de toda una temporada regular. Si usted se subscribe a la transmisión de los Metz de Nueva York, ó a los Yankees de Nueva York, es posible que solo tenga que pagar una cuota mensual de 29 dólares, mientras que para poder ver las transmisiones de las peleas de gallos directamente, por la vía del Internet, desde el Coliseo Gallístico de Santo Domingo, usted tenga que pagar 200 dólares al mes y 1,200 por todo el año, lo que lo convierte en una de las transmisiones deportivas más caras que hay en la actualidad. Algunos negocios y apartamentos se han convertido en pequeñas galleras virtuales, donde se hacen apuestas, que en algunos casos sobrepasan el nivel de entretenimiento que representa una jugada de gallos.   En la velada gallística celebrada en el Coliseo Gallístico de Santo Domingo, el sábado se casaron 40 peleas de gallos, las cuales proporcionaron a los que visitan esa institución una divertida y existente jornada, pero la misma emoción y algarabía que mostraron los que estaban en la planta fisica de la avenida Luperon, si sintió en cada unos de los que le dieron seguimiento a la jugada por la vía del Internet. Tuvimos la oportunidad de estar presentes en uno de los negocios de dominicanos que son frecuentados por sus amistades para ver las peleas que se transmiten desde la más alta casa de ese deporte, y allí nos sorprendió ver el nivel de apuestas que se hacen y la caballerosidad que impera entre los participantes.   ¡Doy mil a siete!, ¡pago! , ¡Voy al blanco! , ¡El mío es el azul!, ¡Tapate, Tapate! eran algunas de las voces que se escuchaban, lo que daba la impresión que los que allí se encontraban se habían transportado a través del túnel del tiempo y se encontraban en el mismo redondel donde se estaban celebrando las peleas. Todo parece indicar que con el dominicano ha pasado lo mismo que pasaba con el Haitiano, en tiempo de zafra azucarera, que cuando se movían de una central a lo primero que montaban al camión que lo transportaría era su mocha y su gallo.  El dominicano cuando sale de su país arrastra consigo sus tradiciones y su cultura, y como las pelas de gallos forman parte del folclor dominicano, donde quiera que vaya un dominicano ahí estará la presencia de una buena pelea de gallo.

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