En la mayoría de los deportes la edad es un factor fundamental. De él depende el rendimiento de los participantes y su valor en el mercado. Peloteros, baloncestistas, boxeadores y atletas de pista y campo son algunos que tienen una vida competitiva relativamente corta. Este tipo de competidor en o antes de los cuarenta años, con sus raras excepciones tiene que retirarse de la
práctica activa de su deporte. De igual manera la estatura, fortaleza física, destrezas e inteligencia de un atleta determinan su permanencia o no en una disciplina deportiva. Por tal razón es que vemos muchísimos niños que comienzan a practicar algún deporte y al poco tiempo tienen que retirarse. Lamentablemente la mayoría de ellos no cumplen con los parámetros físicos e intelectuales para destacarse en un deporte en particular.
Tenemos que definir lo que es disfrutar un deporte. Los seguidores del baloncesto, baseball, boxeo y otros deportes similares asisten a los estadios o coliseos a ver participar o jugar a otros. Estas personas son espectadores, fanáticos o deportistas pasivos que disfrutan visualmente las ejecutorias en el campo de juego de los atletas. No obstante se emocionan, comentan y celebran la victoria de su equipo o atleta. Según la opinión de muchos estudiosos el verdadero deportista es aquel que participa, disfruta, vive, se integra y ejecuta las actividades inherentes a esa disciplina deportiva.
El deporte de Gallos es uno de los pocos donde no existe límite de edad para mantenerse activo. Mientras su salud se lo permita se puede estar en el deporte de gallos. También hemos visto personas con algún impedimento participando activamente en el deporte. Tan temprano como los seis y ocho años vemos niños dando los primeros pasos en nuestro deporte y también personas de más de ochenta años asistiendo a la gallera o en sus hogares criando y atendiendo sus gallos. Conocemos de familias donde padres, hijos y nietos comparten la dinámica gallística sin que la edad sea una limitación.
Desde la selección del padrote y la gallina, el nacimiento de los pollitos, vacunarlos y cuidarlos diariamente hasta que se arman es un periodo donde los deportista tiene una gran responsabilidad y compromiso personal con su crianza que le exige gran parte de su tiempo. El proceso de entrenamiento es uno complejo y de un trabajo intenso. Comenzando con el descreste, desbarbe, recorte, alimentación, medicación, trabajos de entrenamiento y la observación diaria del comportamiento del animal que le indica al dueño o entrenador su condición física. Finalmente el gallo está listo para la pelea. Luego de meses de esmerada dedicación se decide cuándo y en que gallera peleara. Casarlo, armarlo y vivir la emoción de la pelea es el momento culminante de esta actividad deportiva. Todo este largo proceso crea una estrecha relación emocional y sentimental entre el gallo y su dueño que hace que durante el combate los gestos y las emociones sean incontrolables. Terminado el combate sin importa el resultado con gran esmero lo curan y lo restablecen como acto de cariño y gratitud por su desempeño en el redondel. Todo lo antes expuesto es un proceso intenso y complejo que puede realizar cualquier amante de esta milenaria tradición mientras su estado de salud se lo permitan sin importa su estatura, condición física, impedimento, habilidad o inteligencia. Tampoco requiere títulos académicos para ser un competente deportista de gallos y vivir y disfrutar el maravilloso mundo de los gallos de pelea. Es el único deporte que para practicarlo con intensidad no exige ningún requisito. Niños, jóvenes, adultos, mayores, ricos, humildes, famosos, políticos, profesionales, impedidos, mujeres y todo el que lo sienta en su sangre con pasión puede ser uno de los miles de puertorriqueños que vivimos orgullosos de practicar activamente este histórico y cultural deporte.
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